La leyenda que hoy os traigo movilizó a todo un país, armó un gran revuelo en toda Europa y, probablemente sea la historia de donde surgió la leyenda de que las balas de plata matan a los hombres lobo:
Auvernia, Francia. 30 de Julio de 1764.
Jeane Baullet , una aldeana del lugar es asesinada por la bestia y encontrada por unos campesinos días después.
En los tres meses siguientes, la bestia mata a dos niños, dos niñas y una mujer.
La
bestia llega a acabar con la vida de más de cien personas, las cuales
aparecen brutalmente asesinadas: decapitados, partidos por la mitad y
algunas con signos evidentes de haber sufrido abusos sexuales.
Las
personas que lograron ver a dicho ser lo describían como un animal de
lomo rayado, con una línea negra que iba desde el cuello hasta la cola,
pelaje rojizo, morro afilado, cola larga y fuerte, fauces desmesuradas y
punzantes.
Se
habla de un lobo de dimensiones descomunales, de más de cien kilos de
peso, capaz de caminar a dos patas, de dar saltos de más de cuatro
metros y con una fuerza capaz de arrancar el hígado de una persona de un
solo zarpazo.
Además
también nos llega la información de que aparecen víctimas de esta
bestia muertas el mismo día a distancias de más de cien kilómetros.
En
Francia, se llega a decir que el origen de este ser era el mismísimo
diablo, pues se creía en el “Loup- garou” , que no es nada más ni nada
menos que un brujo que hace un pacto con el diablo para conseguir
poderes sobrenaturales como el de la transmutación en animales como el
lobo.
Por
otra parte, en los altares de las iglesias los sacerdotes se
apresuraban a afirmar que la llegada de esa bestia era obra del señor,
que pretendía castigar a una ciudad llena de pecado, en alusión a las
formas lascivas de las mujeres de la época, aunque, curiosamente, el
animal solo atacaba a las campesinas cuando, eran las mujeres
pertenecientes a la nobleza las que resaltaban sus curvilíneos cuerpos
con la moda del momento.
Se
llegó a acusar a alguno de los habitantes del pueblo de convertirse en
hombre lobo. También se señaló a los zíngaros, de quienes se dijo que
habían amaestrado e incluso embrujado a alguna bestia en su circo para
que atacara a los aldeanos.
Pero
el rumor que más fuerza cobró fue el que acusaba a Antoine Chastel, un
joven antisocial que vivía aislado desde los 19 años en el bosque
amaestrando perros asilvestrados y otras alimañas, de hecho fue el padre
de éste quien acabó con La Bestia de Geveudan.
Pronto,
todo este revuelo pasó a ser un problema nacional por lo que el rey
Luis XV envió un cuerpo de caballería para acabar con la bestia, sin
resultados ni para esa caballería ni para las otras tres que luego
envió.
El
asunto de la bestia traspasó las fronteras nacionales y llegó a
considerarse un problema serio para el gobierno del rey, recién salido
de La Guerra de Los Siete Años.
Las
potencias extranjeras se burlaban del monarca diciendo que como
pensaban conseguir la victoria si no eran capaces de, con sus mejores
tropas, apresar a un lobo en su propio país.
Todos
estos problemas llevaron a empapelar el país con panfletos en los que
se ofrecían 2500 monedas de oro al valiente o valientes que capturaran
al “lobo”.
En
dicho panfleto el animal aparece con cuerpo de ternero joven, pero con
cola y pezuñas típicamente felinas y un cuerpo cubierto de escamas, del
que se decía que era inmune a los ataques de piedras, palos e incluso
balas.
También
se puede apreciar una larga lengua, impropia de un animal corriente. Se
rumoreaba que con esa lengua afilada, la bestia podía succionar la
sangre de sus víctimas.
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